
Nacido en Barcelona en 1983, desde muy temprana edad desarrollé una profunda atracción por la lectura de tebeos y las historias de humor y terror. Hijo de la dueña de un videoclub, crecí compaginando los gustos familiares por la historia, el arte y la literatura, con mi pasión por los cómics, las narraciones orales y escritas de terror, y las películas de los años ochenta y noventa.
Crecí con la idea de estudiar periodismo, con la convicción de que mostrar la verdad a la sociedad podía generar un cambio, pero pronto comprendí que las opiniones pesan más que los hechos. Esto me llevó a derivar hacia la ficción, que me pareció más sencilla y sincera que la realidad. Participé en obras de teatro, rodajes y gané varios premios literarios locales.
Mi vida dio varios giros y pronto tuve que compaginar trabajo y estudios. Fue entonces cuando un grupo de amigos me introdujo en el mundo de las cintas VHS de serie Z y los cortometrajes. Estudié realización mientras escribía parodias, guiones e historias autoconclusivas, siempre sin dejar de trabajar.
Durante este período, junto a esos amigos, creamos la pseudoproductora Chicken Troop, donde guionicé, produje, dirigí e incluso —por desgracia— actué en más de una docena de cortometrajes que presentamos en festivales independientes. También realizamos numerosas entrevistas a figuras destacadas, como los actores Michael Ironside, Berto Romero, Cristina Pedroche y Natasha Yarovenko; directores como Jaume Balagueró ([REC], Los sin nombre), Pol Aregall (Amanecidos) y Dani Rottenbrain (Chaparra Entertainment); músicos como Los Tiki Phantoms; y dibujantes como José Luis Martín (Dios mío, editor de El Jueves), entre otros muchos artistas.
Con el paso de los años he seguido combinando el consumo desaforado de subcultura con el trabajo, la familia, los amigos y los estudios, obteniendo un Grado en Comunicación y un Máster en Relaciones Públicas y Marketing con matrícula de honor.
Por desgracia a los 33 años sufrí un accidente laboral que me provocó dolores crónicos tan graves que me impidieron en muchas ocasiones incluso caminar o pensar con claridad, llevándome a una etapa de larga lucha con (y contra) médicos, administraciones y mi propia mente fragmentada. Sin embargo, en esos momentos difíciles seguí escribiendo en los pocos ratos que podía, mientras continuaba trabajando y formándome.
En la actualidad he salido fortalecido: trabajo a tiempo completo, cuido de mi familia, y continúo devorando cómics, libros, películas y series sin descanso. Escribo relatos, trato de agruparlos y estoy finalizando mi primera novela larga. Si tengo tiempo, intento cuidar también mi salud, aunque eso queda en segundo plano, porque en mi cabeza ya he vivido miles de vidas; ahora solo queda plasmarlas en papel para que no mueran conmigo.
Estoy en ello.